The Legend of Zelda: Breath of the wild – ¿cómo te lo explico?
Analizamos «The Legend of Zelda: Breath of the wild«, el juego de lanzamiento de la Nintendo Switch, la consola que hizo que Nintendo resurgiera de las cenizas causadas por las llamas del fracaso comercial que significó la Wii U.
Las sensaciones que provoca el viaje que propone este título de la saga de Zelda son muy difíciles de explicar. Se trata de una experiencia totalmente única. A pesar de que al jugarlo podemos notar que reúne características de varios títulos que lo preceden, analizado en su conjunto al momento de su lanzamiento, se trata de una aventura que se siente como una propuesta totalmente nueva y disruptiva.
El enorme mundo que nos propone el juego resulta tan complejo e interesante que, con solo recorrerlo unas horas, ya no vas a pensar en otra cosa que no sea volver a ese reino.

Cuando digo enorme, no estoy hablando solo del tamaño (Que, de hecho, es muy grande) sino que me refiero a la profundidad de los sistemas que el mundo presenta. Elementos como la geografía, el clima dinámico, la flora y la fauna, todos están vinculados a la orden de las mecánicas del juego.
Los bosques, lagos, montañas y volcanes que se divisan en el horizonte, son todos lugares a los que se puede llegar si hacés el esfuerzo. Y la vida que fluye de cada uno no para de asombrarte. Esto es algo de lo que ya se jactaba, en su momento, The Elder Scrolls V: Skyrim. Sin embargo, en este caso esa fórmula se ve potenciada por el tipo de recompensa obtenido a partir de esa exploración. Aquí no solo se trata de la posibilidad de encontrar un fruto, una planta o un animal que nos sirva de ingrediente para cocinar y adquirir distintas habilidades, o un tesoro, un arma o incluso un divertido desafío desatado por una pequeña misión secundaria. En Breath of The Wild, lo realmente novedoso consiste en que cada río, cada cueva, cada estructura, te invita a explorar, porque de cada lugar nos llevamos como recompensa un aprendizaje que luego sirve para continuar la aventura.
Aprender el funcionamiento de los sistemas que el mundo nos plantea es prácticamente la mecánica central del juego, y lo que, en definitiva, nos permitirá cumplir con el objetivo principal de la aventura.
Ese aprendizaje se da de una forma tan natural y orgánica, que el diseño de la aventura parece un enorme tutorial escondido que sin explicarte nada explícitamente, te brinda las herramientas necesarias para que comprendas cómo avanzar.
La profundidad de este planteo es la clave de la sensación de libertad que el juego presenta. Las lógicas que rigen a este mundo son solo la punta del iceberg de esa exploración y son el ejemplo más gráfico de este aprendizaje: El fuego quema, el agua moja, los metales transmiten electricidad y así puedo seguir un largo rato. Todos conceptos que, puestos así, parecen sencillos y obvios, pero no los comprendemos en su totalidad hasta que los experimentamos con el Joystick.
Basta con sentir la vibración del control en el momento en que somos alcanzados por un rayo, mientras andábamos corriendo por una pradera descampada bajo la lluvia con tu armadura metalica y ahí empezamos a entender. ¡Por supuesto! ¡Los rayos son atraídos por los objetos metálicos! Todos lo sabemos, pero solo nos damos cuenta de esto en el juego cuando un rayo nos parte la cabeza y tenemos que reiniciar todo desde el último Punto de control.
Las habilidades de Link, el protagonista, son parte de este descubrimiento constante. Y es acá donde el juego más se aleja de un RPG tradicional. No es nuestro personaje el que evoluciona con el correr de la aventura, adquiriendo puntos de experiencia que intercambiamos por habilidades específicas. Somos nosotros, los jugadores que nos sentamos frente a la consola, los que vamos aprendiendo junto a Link la forma en que funciona este mundo, qué cosas es capaz de hacer nuestro personaje y las distintas formas de relacionarse con el entorno.
En más de una ocasión puede suceder que luego de 20 horas de juego descubrimos que nuestro personaje puede hacer cosas nuevas. Y lo más interesante y divertido, es darse cuenta de que siempre pudimos hacer esas cosas, pero recién cuando nos cruzamos con ese personaje que nos dijo cómo, fue cuando caímos en cuenta de que podíamos hacerlo.

Ahora bien, toda esta inmensidad se complementa con la absoluta libertad que tenemos para explorarla. Una vez iniciado el juego y luego de varias horas de recorrer sin casi ninguna pista de hacia dónde tenemos que ir y porqué, se nos comienza a develar sutilmente la historia y con ella nuestro objetivo en esta aventura que, por cierto, es bastante simple y no muy original: Nuestro objetivo es “Derrotar al villano”.
Sin embargo, cómo y cuándo tenemos que derrotarlo, depende absolutamente de nosotros. El juego se esfuerza por darnos la menor cantidad de información posible para que seamos nosotros quienes disfrutemos de explorar el mapa y descubrir cada uno de sus secretos, los que nos sirven, en definitiva, para aprender lo que se necesita para derrotar a nuestro enemigo.
Esta extrema libertad, hace que la experiencia de cada jugador sea totalmente distinta. Los caminos a recorrer para llegar a nuestro objetivo final dependen de cada uno. De hecho, si quisiéramos, podríamos ir directamente a combatir al villano, aunque hay muy pocas chances de vencerlo sin el aprendizaje que nos brinda experimentar el mundo que nos rodea.
Y este es el gran logro de The Legend of Zelda: Breath of the Wild: crear un mundo masivo y vivo, que vale la pena descubrir, porque esa es la única forma de obtener lo necesario para cumplir con nuestros objetivos en el juego.
Para ir cerrando, quiero destacar que gráficamente el juego es simple, pero el diseño de personajes es realmente hermoso. La música y los sonidos se combinan armoniosamente con la belleza de este enorme mundo. La versión que jugamos es la de Nintendo Switch, pero hay que destacar que quienes tengan una Wii U también van a poder disfrutarlo ya que el título fue lanzado para ambas generaciones. En Switch se ve bastante fluido, aunque en algunas zonas muy pobladas podemos sufrir algunas caídas pronunciadas de frames, que son notables, pero no alteran de ningún modo la gran experiencia que el juego representa. Hay que decir que la posibilidad de jugar en modo portátil a un título de este tamaño, fue algo realmente inédito para el momento de su lanzamiento y que vale la pena probar.
The Legend of Zelda: Breath of the Wild es un juego excelente, que revoluciona el género de los RPG de mundo abierto y ha marcado un camino para la industria de los videojuegos.