Rime – Fumito, ¿so’ vo’?

Rime – Fumito, ¿so’ vo’?

Analizamos Rime, un título accidentado en su desarrollo pero efectivo en el resultado.

Al momento de su primer trailer, su desarrolladora Tequila Works lo había anunciado como un juego de mundo abierto y supervivencia, pero el correr de los años y algunos problemas en su desarrollo terminaron convirtiéndolo en un juego bastante lineal y dividido por niveles.

Sin embargo este cambio le sentó bastante bien. El juego tiene claras influencias de las obras de Fumito Ueda, creador de Ico, Shadow of the Colossus y The Last Guardian. Esto puede verse no solo en la estética sino también en sus mecánicas. Y a pesar de que son unos zapatos muy grandes para llenar, el juego lo hace bastante bien.

Nuestro personaje es un niño que despierta solo en una misteriosa isla aparentemente desierta (Hola Fumito!). Apenas abrimos los ojos, el hermoso entorno de lo que sería el primer mundo o primer nivel, nos invita a explorar. La resolución de puzzles es el principal desafío en toda la aventura, no hay enemigos que combatir, sino algunas amenazas que tendremos que evadir. Todo lo demás es trepar y correr por montañas o distintos templos y estructuras.

En general, cada nivel está constituido por un espacio bastante grande que recorrer, en especial el primero, que probablemente sea el que más retiene los restos de aquel juego de mundo abierto que pretendió ser allá por 2013.

Sin embargo, el camino que nos lleva a recorrerlo está claramente delineado por señales que se nos van apareciendo en forma de guía hacia donde tenemos que dirigirnos. La imagen de una persona con una capa roja o un pequeño zorro que nos ladra incansablemente cuando nos alejamos de nuestra senda, son algunas de las ayudas que nos brinda el juego para poder guiarnos dentro de cada escenario.

Estas pistas, sumadas a la poca dificultad de la mayoría de los puzzles hacen que Rime sea un juego más que accesible, lo que es bueno para la fluidez del recorrido, pero no tanto para quienes buscan desafíos importantes.

A pesar de su simpleza, el momento en que se resuelven los puzzles genera satisfacción y desencadena secuencias que nos ayudan a comprender un poco más la historia de nuestro protagonista, lo que se vuelve un buen incentivo para avanzar en la aventura.

Como en las primeras obras de Ueda, no hay diálogos y la historia surge de gestos y de estas secuencias. La música es hermosa y sumamente emotiva. Nos va acompañando durante todo nuestro recorrido de manera armónica hasta llegar a un final digno de experimentar.

El estilo visual del juego es bellísimo. Simple, pero con diseños muy atractivos visualmente y que con los cambios de luz que genera el ciclo día y noche del juego, es muy lindo de contemplar.

Una hermosa aventura, que nos da entre 6 y 8 horas de un juego entretenido y bello. Un indie que tuvo grandes aspiraciones, pero que a pesar de los problemas en su desarrollo, cumple y vale la pena experimentar.